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sábado, 20 de junio de 2015

0238 - Vértices Geodésicos C.V.: Sabinar (736 m) / A+ 433 m / 18,1 km

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Este sábado la ruta propuesta era subir al Vértice Geodésico nº 236 en altura de la Comunidad Valenciana, Sabinar, con 736 m de altitud,  situado en el Término Municipal de Caudiel, Castellón.
 
Para llegar al punto de inicio seguiríamos la A-7 hacia Sagunto y la A-23 hasta la salida 42, que nos llevaría hasta Caudiel, donde aparcaríamos una vez pasado el campo de fútbol.

Esta ruta no existía hasta el momento por lo que no vi dónde apoyarme. Sigue sólo en un principio el trazado del PRCV-63.4 y después la monté sobre mapa. Es una ruta que tendría de todo, pista, algo de asfalto, sendas, trochas y rambla. Como esta ruta tendría varios tramos de campo a través aconsejé llevar pantalón largo o desmontable.

Comenzaríamos a caminar saliendo de Caudiel siguiendo el PRCV-63.4, que nos llevaría por los Altos de la Alamera hasta un camino asfaltado. Seguiríamos por él hasta desviarnos después por una senda que nos ahorraría un tramo de asfalto. Volveríamos después a la carretera y a la altura de una curva cerrada nos saldríamos campo a través para bajar a la Rambla de la Peña Roya.
 
Caminaríamos por su cauce un buen trecho hasta que nos saldríamos por una senda entre pinos hacia el Norte que nos llevaría a la CV-203. Al poco seguiríamos por la izquierda hacia el Collado de la Cruz, tomando después una senda que se acabaría y buscaríamos el mejor paso para subir hasta el vértice Sabinar.
 
Caminaríamos por su loma y entre pistas, sendas y trochas, uniendo unas con otras, volveríamos a los coches.

 
Aquí podéis ver el vídeo de la Simulación de Vuelo sobre el track para que os hagáis una idea fiel del recorrido: 



A pesar de la advertencia de los posibles pinchos, a la cita acudieron Ángela, Ana, Quico, Paco y un servidor.

 

Salimos de Caudiel por una pista, siguiendo las marcas del PRCV-63.4 que enseguida se convertiría en una bonita senda bajo los pinos.








La senda nos abocó a un camino asfaltado por el que seguimos un tramo hacia la derecha para después salirnos por la izquierda siguiendo una antigua pista.




La senda nos llevaría de nuevo al asfalto y al llegar a una curva cerrada a derechas nos salimos rectos por una pista y bordeamos unos campos para buscar una bajada a la Rambla de Peña Roya.


Aquí estaba la primera incógnita pues no sabíamos como se nos presentaría el tránsito por el interior de la rambla. En general se caminaba bien, salvo algunos momentos puntuales en que había que esquivar las naturales zarzas. Hay que seguir siempre el rastro más importante de la rambla porque siempre es donde el terreno está más lavado por las avenidas y a veces se puede caer en el error de seguir brazos que enseguida se cierran con la vegetación.














Hubo un momento en que se hacía dificultoso seguir por el interior y aprovechamos la proximidad de un campo para seguir por la derecha por su borde hasta enlazar de nuevo con la rambla.



El tránsito por el interior de la rambla es largo y ponía a prueba continuamente nuestra atención y el juego de tendones de los tobillos.



En uno de sus meandros hacia la derecha vimos enfrente nuestro las lomas de la Peña Roya, que como en otros sitios, puede ser una evolución del nombre por los colores de las rocas de la loma, pasando de Peña Roja a Peña Roya.




Más adelante abandonamos la rambla por la izquierda para coger una pista a la sombra de los pinos (como le gustaba a María del Monte). El inicio de la pista no es evidente, porque comienza más adelante. Hay que seguir por la parte derecha del barranquillo, por un rastro de difusa sendilla hasta que a unos 30 metros comienza la pista.
 
Habíamos previsto almorzar aquí, entre las sombras de esta pinada, pero como la pista era toda en ascenso, decidimos quitarnos la subida de encima, que después cuesta más y llegar casi hasta la carretera.




Almorzamos en un lugar fresco. Aunque el día estaba completamente despejado y el Sol era dueño de la situación, la brisa que soplaba débilmente era fresca y agradable.
 
Llegamos a la carretera y continuamos por la izquierda.



Al poco ya vimos al fondo el cortafuegos que teníamos que seguir a continuación, por lo que antes de llegar a una curva vimos un lugar propicio para comenzar este nuevo tramo de aventura.


Manos a la obra... ¡Alehop!




Primero bajamos lateralmente hasta el fondo del Barranco del Collado de la Cruz.





Lo cruzamos y emprendimos una buena subidita por el otro lateral, siguiendo el trazado de las torres eléctricas. El paso por el cortafuegos no supuso ninguna complicación.






Cuando prácticamente habíamos llegado al Collado de la Cruz tomamos una pista hacia la izquierda.



La seguimos hasta un momento en que ésta giraba a izquierdas y a nosotros nos interesaba seguir rectos, por lo que buscamos una variación hacia la derecha que bajaba a unos campos y seguimos por ella hasta llegar a un gran navajo.



Lo bordeamos y comenzamos el ascenso hacia el vértice por una zona de caos de piedras resultante del abandono de antiguos bancales. Cuando llegamos a la zona densa de pinos, intentamos salir de allí por la derecha porque veíamos en la foto del satélite que por allí estaba más despejado. Nos dirigimos hacia allí pero una verdadera barrera de coscojas muy tupidas nos impidieron continuar cuando apenas nos quedaban unos metros para salir a la zona despejada.
 
Ahora, desde la comodidad del sillón y del ordenador veo que podríamos  habernos salido antes por la derecha y bordear la zona más tupida, pero las decisiones se toman sobre el terreno según lo que se presenta. De todas formas, volvimos un poco hacia atrás y buscamos una subida entre los pinos que tampoco estuvo complicada, hasta que llegamos a la zona más abierta y fuimos en busca del vértice.







Una vez hechas las fotos veíamos desde arriba todo lo que tendríamos que bajar y cruzar para llegar a las pistas inferiores.


Nos pusimos a ello con cuidado porque a la inclinación del terreno había que añadir la presencia de lapiaz y rocas que a veces se movían y convenía tomárselo con calma.






Llegamos a la parte inferior y fuimos combinando sendas y antiguas pistas a través de las pinadas hasta enlazar con el primer tramo por el que comenzamos en la mañana y que nos devolvió a la población y a los coches.





Como cuando llegamos por la mañana habíamos pasado por delante del fabuloso lavadero de Caudiel, nos montamos en el coche y nos dirigimos a él para recuperar una antigua costumbre del grupo: refrescarnos en sus aguas al terminar la ruta. Hay otro lavadero encalado justo al cruzar el puente en el interior de Caudiel, pero éste, que lo restauraron conservando la esencia del original, tiene mucho más encanto.





En el mismo lavadero hay una fuente con dos caños, el del bien y el del mal y como Indiana Jones buscando el Arca Perdida, al elegir la copa del Cáliz... había que decidir...






¿De cuál bebimos?...



Una ruta sin mucho desnivel pero que debido a la distancia y al paso por terrenos en los que hay que prestar atención donde se pisa, supone una auténtica prueba para nuestros tobillos y al final te queda la sensación de que la rutilla ha tenido un punto algo exigente. El paso por las frondosas pinadas que aún se conservan y aspirar los aromas de los pinos vale la pena. Conviene hacerla con pantalón largo porque hay que atravesar algunos tramos campo a través, aunque no revisten gran complicación. Recomendable llevar bastante provisión de agua, pues no hay ningún sitio en el que poder recargar e imprescindible el uso del GPS por las continuas variantes que hay que tomar.
   

 


Un saludo a todos y hasta la próxima.
Podéis descargar el track de la ruta pulsando aquí: PABLOONCE 
 


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