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sábado, 21 de febrero de 2015

0175 - Vértices Geodésicos C.V.: Carrascal (881 m) / A+ 688 m / 13,92 km

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Este sábado la ruta propuesta era subir al Vértice Geodésico nº 175 en altura de la Comunidad Valenciana, Carrascal, con 881 m de altitud,  situado en el Término Municipal de Azuébar, Castellón.
 
Para llegar al punto de inicio seguiríamos la A-7 hasta las cercanías de Sagunto, donde nos desviaríamos por la A-23 hacia Soneja y un poco antes de llegar a la población cogeríamos la salida nº 21. Cruzaríamos el pueblo bordeándolo por la derecha para seguir la CV-230 hasta Azuébar. Allí nos desviaríamos por una carreterilla a la izquierda, que nos llevaría hasta el punto de inicio.


Para esta ocasión utilicé un track de Jose, de Trotasendes Benicalap. Comenzaríamos caminando por el Camino de Román, hasta enlazar con el PRCV-80 y lo seguiríamos mientras ascenderíamos por el Barranco de Vidal. En las proximidades del vértice el PR nos abandonaría por la izquierda en descenso, mientras nosotros seguiríamos recto hasta un punto en que nos desviaríamos a la derecha para hacer un recorrido de ida y vuelta hasta el vértice. 
 
Este vértice está situado en un pequeño promontorio rocoso con muy buenas vistas. Las del promontorio, porque el vértice se encuentra casi oculto entre las carrascas.
 
Volveríamos al punto del desvío anterior y seguiríamos ahora de frente y después a la derecha para enlazar con la pista que nos llevaría a través del Barranco del Capitán. Pasaríamos por la Casa del Castillejo y siguiendo el Camino del mismo nombre llegaríamos a enlazar de nuevo con el PR y enseguida estaríamos en los coches. 
 
Aquí podéis ver el vídeo de la Simulación de Vuelo sobre el track que he preparado para que os hagáis una idea fiel del recorrido:




 
A la cita acudieron Pili, Ana, Mari, Jose, Paco, Quico, Manuel Carlos y un servidor. Jose, que arrastraba unas molestias, muy a su pesar no nos acompañó en el recorrido. A las 7:45 ya comenzábamos a caminar, en ese momento sin viento, algo nublado y con perspectivas de mejora.
 

 
 
 
 
Durante la noche habían caído algunas gotas, lo que llenaba el monte de aromas.
 
 
La ruta daba la vuelta completa al Monte del Carrascal. Ahí lo teníamos ya a la vista, con sus rocas de colores características.
 
 
 
 
 
Al poco ya comenzábamos a caminar por la pista del Barranco de Vidal. Después se convertiría en bonita senda, que nos seguiría subiendo con buen desnivel, permitiéndonos fotografiar los almendros floridos en su etapa más bonita. La mayoría están abandonados y crecen a veces en el borde mismo de la senda.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Otra imagen del Carrascal, cada vez más cerca.
 
 
 
Una vez hecha la subida más fuerte, llegamos a una zona casi plana en la que el caminar es pleno disfrute.
 
 
 
 
 
 
 
 







Subiendo y bajando pequeñas lomas pasamos por la zona de Las Balsicas, esta vez con agua por las recientes lluvias.











La senda cada vez se volvía más mágica, envolviéndonos con los entornos más clásicos del paisaje de Espadán.







Apareció ante nosotros la figura del Carrascal. Desde aquí se ve como un promontorio rocoso y nos preguntábamos que por dónde lo iríamos a subir. En el lateral derecho es donde se encuentra el vértice y un espolón rocoso que conocíamos por fotografías de las crónicas y al que íbamos a subir también.




Un alcornoque de buen porte en un cruce de sendas indicaba el punto en el que nos teníamos que desviar hacia la derecha para encarar la subida. Al fondo se veía una pedrera con una considerable pendiente.




A nuestra izquierda El Bellota.







La subida presenta tramos con desnivel y en el que hay que hacer alguna pequeña trepadita fácil.



Una vez en el altiplano superior, la senda discurría entre carrascas. Había fitas de vez en cuando que servían de ayuda, aunque a veces hay varias sendas que pueden confundir. Nosotros nos fuimos, siguiendo una de ellas, un poco a la izquierda. Habría que haber seguido por las que salían por la derecha. Se puede observar nuestro recorrido en el track y ver que el trazado correcto es el que hicimos a la vuelta, pero son sólo unos metros. 








Medio escondido entre las carrascas encontramos el vértice pero preferimos bajar un poco al encuentro del espolón para hacernos unas fotos. En ese punto y en ese momento hacía bastante viento, por lo que nos desplazamos hasta allí una parte del grupo, mientras los otros buscaban un buen lugar para almorzar.

Para llegar hasta allí hay que hacer unas cuantas trepadas y destrepes por roca de buen agarre.




Para llegar al último puntal rocoso hay dos opciones, o bien dar un pequeño salto para los más arriesgados o bien irse hacia la izquierda, como hicimos nosotros, y trepar por unas rocas fácilmente.





De no haber hecho viento, éste hubiera sido un lugar perfecto para el almuerzo, aunque alrededor hay muchos puntos usables al efecto.






Una vez hechas las fotos regresamos a las cercanías del vértice y nos dispusimos a almorzar.











Iniciamos el descenso por el mismo sitio hasta llegar al alcornoque en el que nos habíamos desviado anteriormente.


Volvíamos a tener unas buenas imágenes del Pico Bellota y sus pedreras.



Y a pesar del día brumoso, conseguimos ver el mar al fondo.








Éste es el lugar del desvío. Según veníamos del Carrascal, ahora debíamos seguir rectos en descenso, por una de las sendas más bonitas de la jornada. El tiempo iba en clara mejoría, ya nos acompañaba el Sol y la temperatura era tan agradable que algunos nos quedamos en manga corta.















Llegamos a la pista inferior, que recorre el Barranco del Capitán.



Aunque todo lo que quedaba hasta los coches era sobre pista, no se hacía aburrida, porque los laterales son muy frondosos y hacen que te sientas en plena naturaleza.






Apareció ante nosotros el alto del Castillejo, con una silueta desafiante.






La pista nos llevaba hacia el inicio de una canal en la que había una pedrera con muy buena pinta y por la que sería perfectamente factible subir para visitar tanto la cima del Castillejo como ese puntal que se ve en la parte izquierda de la canal.


 







Nosotros continuamos nuestro agradable paseo poblado de almendros en flor, lavandas y hasta algún higo chumbo que quedaba todavía en pié, como recuerdo del verano.



Al fondo también se quiso asomar para la foto el Castillo de Azuébar y sin más llegamos a los coches, donde nos esperaba Jose.








 
Una ruta sencilla y muy agradable de realizar. Transitar por esas sendas de Espadán siempre es una delicia y las pequeñas trepaditas del Carrascal y sus salientes rocosos le dan un punto extra.


 
 
 
 
Un saludo a todos y hasta la próxima.
Podéis descargar el track de la ruta pulsando aquí: PABLOONCE
 

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