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martes, 14 de mayo de 2013

0108 - Vértices Geodésicos C.V.: Pico del Remedio (1053 m) / A+ 877m / 20,7 km

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"La vuelta a Europa"








Este “domingo” la ruta propuesta era subir al Vértice Geodésico nº 108 en orden de altura de la Comunidad Valenciana, Pico del Remedio, con 1053 m de altitud, situado en el Término Municipal de Chelva, Valencia. 


Como al Pico del Remedio ya habíamos subido en varias ocasiones, unas veces haciendo rutas de senderismo y otras participando en la media maratón de Chelva, para esta ocasión había preparado una ruta circular grande y más vistosa en la que saliendo de Calles, seguiríamos un tramo de la Ruta del Agua hasta Chelva por el río, Pico del Remedio, Rambla de Alcotas, Peña Cortada y regreso a Calles. 



Pero como esta ruta se alargaba a algo más de  25 km y ya iba haciendo calorcillo, al final me decidí a acortarla quitando el tramo de la Ruta del Agua y el resto ya lo enlazaríamos en otra ocasión.


Para llegar al punto de inicio nos dirigiríamos por la CV-35 hasta la población de Chelva, aparcando en la parte Norte del pueblo, en la Fuente de la Gitana. Desde ahí mismo comenzaríamos un empinado ascenso hasta el Pico del Remedio (km 3), donde se encuentra el vértice. Seguiríamos hacia el Norte y cruzaríamos la carretera CV-346 hacia la derecha para encarar el primer tramo aventurero de la ruta, y aventurero quiere decir, como siempre, que no tenía referencias de ese punto. Intentaríamos seguir por la parte de arriba del Murallón de las Acemas buscando el mejor paso en dirección Este hasta el Collado del Salsa (km 8,5). 


Aquí iniciaríamos el segundo tramo aventurero para bajar por un barranquito hasta enlazar con el sendero que sigue el GR-7. Más adelante nos desviaríamos por la izquierda para dirigirnos al Acueducto romano de Peñacortada (km 15,5) y, tras visitarlo, volveríamos por una pista al punto de inicio en la localidad de Chelva.

Aquí podéis ver el vídeo de la Simulación de Vuelo sobre la ruta para que os hagáis una idea fiel del recorrido:





A la cita se acudieron Mari y Jose, Ana, Manuel Carlos y un servidor, dispuestos a exprimir lo que pudiéramos de un fenomenal día de Primavera. Un poco antes de las 7:15 de la mañana ya habíamos aparcado en la Fuente de la Gitana de Chelva y, tras comprobar que teníamos asegurada el agua para el refresco al finalizar, nos pusimos en marcha siguiendo el PRCV-91 que nos llevaría hasta el Pico del Remedio.






Siguiendo sendas y senderos de herradura pasamos por el “descansador”, nombre apropiado para un banco corrido con sombra de tejas que se ofrece a la izquierda del sendero por si alguien quiere recuperar el aliento en ese punto. Nosotros sólo lo fotografiamos y continuamos el ascenso con la vista puesta en el Pico, que veíamos asomar siempre allá arriba.

 







Llegamos a la Ermita recién encalada y pintada con los ribetes azules característicos y visitamos su capilla que estaba abierta.




Ahora comenzaba el tramo de ascenso más duro y lo emprendimos sin prisa pero sin pausa. Sabíamos que los últimos metros eran fuertes  y que habría que poner las manos en las rocas de lo empinado que estaba.






Llegamos a la cumbre y, tras saludar al forestal de vigilancia, nos acercamos a subirnos al curioso torreón, que tiene una terraza en la parte superior y que proporciona unas vistas excepcionales de todos los alrededores.








Hasta allí habían subido también las cabras montesas, que amablemente se dejaron fotografiar.




Desde allí hice estas panorámicas que he subido a la red para que podáis verlas en movimiento e intenté plasmar la amplitud del horizonte que nosotros veíamos en directo y que es difícil recoger en una fotografía plana. Pulsad en el centro para que se muevan.





















A continuación nos dirigimos al vértice del Pico del Remedio, que está en una loma próxima y estuve señalando la pinada que íbamos a atravesar a continuación y que nos proporcionaría el primer tramo de aventura.







En principio comenzamos a atravesar la pinada por una pista que enseguida se perdió. Nosotros continuamos siguiendo la dirección del track que habíamos previsto y se podía progresar bien, hasta que se fue cerrando y, aunque el entorno tan frondoso era una maravilla, nos enlentecía demasiado el paso y, por asegurarnos de que no se pusiera peor más adelante, subimos por la izquierda para enlazar con una pista que, según el mapa, y así fue, estaba a escasos 200 metros. 


Jose, en principio, protestaba en broma porque quería seguir con la aventura de ir a la trocha, pero después supongo que se quedaría bastante satisfecho, jeje.
















Seguimos la pista abandonada y continuamos con el recorrido previsto por la zona de Las Lomatillas hasta que la vieja pista, cada vez más poblada de romeros, se acababa perdiendo en las proximidades del cruce con el Barranco de Baestas.





Éste era otro punto incógnita, pues a partir de aquí yo continuaba el track por el lecho del barranco para enlazar enseguida con una vieja pista que nos llevaría hasta el Collado del Salsa, pero en ese punto el barranco estaba muy encajonado y había unos saltos insalvables, por lo que decidimos cruzar a la otra parte y trepar un poco para circular por la parte de arriba y enlazar más allá con la pista.



Tanto la trepadita como el transcurso por la parte superior no nos supusieron problema y disfrutamos con las vistas lejanas del Pico del Remedio y la pinada por la que habíamos pasado y lo verde y húmedo que estaba todo. Tanto es así que nos teníamos que emplear a fondo con nuestros cuatro sentidos, la vista (de todo el entorno), el oído (con los cantos de los pájaros y un cuervo que parecía que nos seguía), el olfato (con los olores de las flores, la humedad y las plantas aromáticas) y el tacto (con las rocas de las trepaditas). Faltaba el del gusto, pero no había todavía madroños maduros, ni moras, ni higos, ni uvas, ni nada que llevarse a la boca, a no ser que fueran los insectos, que al parecer ahora quieren que se pongan de moda.










Pero nosotros preferimos llegar hasta el Collado del Salsa para deleitarnos con nuestro almuerzo bien merecido, del cual disfrutamos muchísimo, aunque nos habíamos, y quizá también por eso, pasado un poco de la hora por las circunstancias barranquiles y aventuriles.






A continuación nos pusimos de nuevo en marcha. Me hice de incógnito una foto (al estilo Dani) a mí mismo pensando en la nueva aventura que les tenía preparada. Se trataba ahora de bajar por un barranquito hasta enlazar con un sendero paralelo a la Rambla de Alcotas. Desconocía cómo estaría de matorral pero no se apreciaba en el mapa que hubiera ningún inconveniente aparte del desnivel.





Tuvimos mucha suerte, ya que se podía progresar muy bien por el lecho del barranco. Estaba bastante despejado y se hizo divertido y emocionante sentirse rodeado de tanta naturaleza por todas partes.









Abocamos a un senderillo con marcas del GR-7, aunque yo esperaba el GR más abajo. En todos los mapas que he tenido oportunidad de consultar, el GR-7 en ese punto aparece marcado por el lecho de la Rambla de Alcotas. Podéis verlo, por ejemplo en el mapa que pongo al final de la crónica y en el CARTOWEB de la Generalitat Valenciana que os dejo a continuación, donde la línea rojo claro del GR va por la rambla y la línea amarilla que es nuestro track hecho ese día, va unos metros por arriba.




Comentamos en ese momento que cuando hicimos el GR-7 por aquí no pensábamos nunca que algún día apareceríamos como si fuéramos jabalíes por uno de los barrancos laterales. Y es que, como decía Almudena: nunca se puede decir “de esta agua no beberé, ni este cura no es mi padre, …”








 

Continuamos por el sendero, que atraviesa una zona preciosa, con el rumor del agua del arroyo acompañándonos. Tuvimos que cruzarlo varias veces, siempre por piedrecillas puestas al uso. Pasamos por la Fuente del Lapicero, donde cae como siempre un chorrillo de agua, que probé y seguimos ahora por pistas hasta el desvío que indicaba la dirección hacia el acueducto romano de Peñacortada.












Pasamos por los restos que quedan de otro acueducto de la misma época y llegamos al final de la pista, donde están los postes y carteles indicativos de dos variantes para llegar al acueducto: una por el lecho del Barranco, que sigue siendo el de Alcotas y que llega hasta la base del mismo y otra por un sendero por la parte superior. Nosotros escogimos el de arriba, con unas vistas muy chulas del barranco y que nos llevó directamente al acueducto. Se echa de menos en este recorrido una barandilla de madera que evitaría posibles accidentes, ya que la zona es muy frecuentada por el turismo familiar y con niños.













 
Llegamos al acueducto, presente, atemporal, impertérrito, que hace imposible no evocar imágenes de aquellos días, así como al pasar por el enorme tajo que hicieron en la piedra, que parece hecho por la espada del mismísimo Roldán y por las galerías excavadas en la roca.











Pasamos hasta que pudimos pues en el último tramo había charcos de agua en el suelo por las lluvias recientes y allí decidimos darnos la vuelta y volver a recorrer el senderillo hasta la pista.







Enseguida cogimos un desvío hacia la izquierda,  siguiendo el PRCV-92 que nos llevó de vuelta a Chelva y, pasando por un estrecho caminillo entre el cementerio y el campo de fútbol, llegamos de nuevo a los coches, que nos esperaban en la Fuente de la Gitana.








Allí nos refescamos, en ese entorno agradable y Jose nos recordó una antigua tradición que decía que aquellos que querían encontrar novia, o novio, debían beber agua de los 20 caños. Así que si alguien está interesado, ya sabe…






Nos despedimos así de una ruta que nos ha encantado por su esfuerzo inicial, que nos quitamos de encima con el fresco de la mañana, las fenomenales vistas desde el Castillito del Pico del Remedio, los aromas de las umbrías pinadas que atravesamos, los divertidos barrancos, la aventura de los desconocido que se nos iba presentando y la alegría de la Primavera que se destila por todas partes.






Un saludo a todos y hasta la próxima.

Podéis descargar el track de la ruta pulsando aquí: PABLOONCE


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